En los libros dedicados al estudio del arte gótico no suelen incorporar a la escritura como tal. Yo, en cambio si lo hago, ya que he podido comprobar al realizar esta sección que hay verdaderas joyas escritas durante este periodo. No solo hay que destacar el tipo de letra, también es muy interesante el tema de la confección de los libros, con su caligrafía, sus adornadas letras capitales y sus fantásticas miniaturas. El término procede del latín minium (minio), pigmento rojo que se utilizaba antiguamente para marcar las letras iniciales del texto. A finales de la Edad Media, el termino se amplió en la lengua común, para designar el arte pictórico de pequeño formato y, por tanto, la pintura de miniaturas en los manuscritos. También he querido hacer una pequeña introducción de los útiles de escritura que se empleaban, como es el pergamino, la pluma y los pigmentos empleados para conseguir los diferentes colores. Es por ello por lo que me he animado a crear este apartado haciendo un pequeño resumen, por lo que se refiere a la escritura, de esta época medieval.
Cuando estaba a punto de concluir la Octava Centuria, el emperador Carlomagno, amante de las artes y aunque no sabía escribir, se preocupó de unificar la escritura de su imperio. Encargó a sus impresores la búsqueda de una nueva escritura, teniendo que ser legible y rápida de escribir. La nueva escritura de forma cursiva fue llamada, como no, Carolina. Con este alfabeto hace su aparición la letra minúscula, a veces llamada caja baja, debido a que los impresores tenían la costumbre de guardarlas en una caja, debajo de las que contenían las mayúsculas o caja alta.
En el siglo XII, todo el conocimiento y la cultura solo se encontraba localizada en los monasterios repartidos por las diferentes poblaciones; los copistas (scriptoria) de textos sagrados, eran monjes (ocasionalmente monjas o miembros del clero secular) encargados casi exclusivamente de realizar este trabajo. Estos monjes especialistas en escritura e ilustración, trabajaban en sus monasterios en unas salas anexas llamadas Scriptorium. Por otro lado, aparecen las primeras escuelas episcopales y catedralicias; las ciudades empezaron a rivalizar entre ellas para que los reyes y pontífices convirtieran estas escuelas en estudios generales que, posteriormente serian las actuales Universidades laicas. En un principio la licencia para enseñar era controlada por los obispos y cabildos catedralicios en el territorio de su jurisdicción; pero posteriormente supuso un cambio muy importante el que los maestros de las Universidades pudieran también otorgar la licentia docendi. Con la llegada de estos nuevos centros de estudio, la demanda de libros aumentó considerablemente, ya que los jóvenes estudiantes que ingresaban, de 12 a 14 años de edad, se procuraban los manuales para sus estudios y para su carrera futura. En consecuencia, los soportes como la vitela o el pergamino iban escaseando y se iba haciendo cada vez más costosa su fabricación, por lo que tuvieron que adaptar el tipo de letra a esta necesidad, o sea, hacerla más comprimida, ya que al ocupar menos espacio se reducía el numero de páginas. Al ser la educación oral, surgió el gremio de libreros que con sus propios escribientes laicos, se ofrecían para transcribirles las obras más conocidas del momento, proporcionándoselos en los llamados cuaterniones o cuadernillos. Cada uno de los cuadernillos que componían una obra recibe el nombre de pecia. Cada escribiente se dedicaba a copiar uno de los cuadernillos que componían una obra. Así la copia de libros se realizaba con muchísima rapidez. Si en la Alta Edad Media el libro era casi un objeto sagrado, durante la Baja Edad Media se convertirá en una materia de trabajo de los estudiantes. A la sombra de estas escuelas surgieron numerosas librerías y bibliotecas. A causa de la gran demanda de libros, al lado de los talleres de copias se establecieron talleres similares para seglares en los centros universitarios. Estos escritores o copistas, fueron, con toda seguridad también calígrafos que con el tiempo y por méritos propios volvieron a merecer el título de letrados. Debido a las necesidades de los nuevos soportes empleados, hubo que hacer modificaciones en el tipo de letra empleada, haciéndola un poco más comprimida que la Carolingia, la cual recibiría el nombre de gótica debido a su forma estilizada, aguda y calada evocando, indudablemente, los arcos y bóvedas ojivales de las construcciones góticas de la época.
Su nombre más apropiado es el de monacal o escolástica debido a que los Humanistas encontraron en los conventos una gran cantidad de libros guardados sin recopilar. Hay dos tipos destacables de escritura gótica: la francesa y la alemana. La alemana es más angulosa y más próximas las letras entre si que la francesa; solo tiene minúsculas, distinguiéndose las mayúsculas por magnitud relativa y por algún adorno, cosa que no ocurre con la francesa donde hay distinción entre mayúsculas y minúsculas.
La escritura gótica presenta muchas variantes pero haciendo un esfuerzo de reducción se puede hacer una clasificación de dos grupos principales: la gótica libraria (textualis, formata) o derecha y la gótica documental (documentaria, bastarda, hybrida) o cursiva.
Gótica Libraria:
Como su nombre indica, fue usada en ediciones de libros, y concretamente de lujo, también es frecuente darle el nombre formada (formata) porque los primeros impresores copiaron de manera exacta el estilo (forma) de los amanuenses de la época. Hay distintos tipos de librarias, siendo las más usadas la «textura», «redonda» y «fractura».
::1:: Textura (Littera Gothica Textualis):
Es la más formal y cuidada de todas las letras góticas y fue usada en manuscritos de lujo. Su nombre proviene del latín textus que significa entrelazado, tejido; descripción muy acertada ya que las distintas letras que forman una palabra están muy juntas. Esta es la letra que utilizó Gutenberg en la edición de la Biblia.
Hay dos variantes: la cuadrada (textura quadrata) y la cortada (textura prescissa). La diferencia fundamental entre ambas es la presencia de unas apoyaturas (pies) en forma de rombo en la variante Prescissa, careciendo de ellas en la variante Quadrata.
La gótica textura gozó de gran difusión en Alemania, Dinamarca, así como en Inglaterra que se conoció con el nombre de Old English o Black Letters (letras negras) que hace referencia a sus trazos anchos que dejan poco espacio entre las letras dando la impresión de estar viendo manchas negras.
::2:: Redonda (Littera Gothica Rotunda):
Letra gótica de forma redonda, con trazos que favorece su lectura pues no se compactan en exceso los signos. Es muy parecida a la carolina pero con la letra algo más angulosa y con trazos más gruesos. Fue muy utilizada tanto en Italia como en España. Se utilizó para escribir textos en latín y lenguas vernáculas, un ejemplo sobresaliente de ello es el Mío Cid que está escrito con una minúscula gótica redonda de pequeño formato.
::3:: Fractura (Fraktur):
Proviene del latín Fractus (quebrado) y hace referencia a la rotura que se produce en las líneas rectas. Aparece en el siglo XV y está compuesta de elementos redondeados y también de líneas rectas, siendo sus mayúsculas muy adornadas.
Se desarrolló principalmente en Alemania, siendo su tipología utilizada en las tesis de Lutero. En los siglos XVIII y XIX era todavía habitual en las publicaciones, llegando a ser símbolo de la Alemania nazi, Pero en marzo de 1940 tuvo lugar un cambio radical cuando Joseph Goebbels ordenó que toda la propaganda que apareciese fuera de Alemania debía dejar estar escrita en la escritura alemana. El 3 de enero de 1941 el uso de la escritura alemana fue prohibido con la escusa que en realidad se trataba de letras judías. Actualmente se sigue utilizando todavía en las cabeceras de la prensa alemana.
Gótica cursiva:
La gótica cursiva deriva de la minúscula carolina al igual que la gótica libraria. Constituye la escritura de uso común en documentos de cancillería y libros de registro. De ejecución rápida, las letras que componen las palabras son trazadas de manera continua uniendo las distintas letras.
La gótica cursiva presenta una gran variedad de tipos: la minúscula cancilleresca italiana (littera gothica documentaria) usada especialmente para textos en italiano y la llamada cursiva bastarda (littera bastarda, littera hybrida) cuya denominación se debe a emplear varios tipos de letras. Su uso se extendió sobre todo en Francia fundamentalmente en códices.
En Alemania e Inglaterra se utilizó un tipo de letra muy parecida a la bastarda francesa conocidas con el nombre de Schwabacher y littera anglicana.
En cuanto a los soportes de escritura se refiere he de decir que en la época medieval, se empleaba como base de la escritura pieles de becerros u ovejas tratadas adecuadamente para tal fin. No es necesario decir que al ser la letra gótica más comprimida se redujo notablemente la cantidad de pieles empleadas para ello. De todas las maneras se sabe que para la confección de un libro como la Biblia se empleaban alrededor de 300 pieles (30 o 40 era lo normal) y casi un año de trabajo al copista que lo realizaba.
Uno de los primeros trabajos que debía efectuar un monje o laico que quisiera ser copista consistía en la elaboración del pergamino. La materia prima era la piel de oveja o cabra y el proceso para convertirla era el siguiente: Se separaba la piel del animal, se esquilaba y se secaba a temperatura ambiente bajo tensión, usualmente dada por un dispositivo de madera llamado marco estirador. Después se pulía sobre ella con un cuchillo o una piedra pómez con una mezcla de agua y cal, que al tiempo que lo alisaba suprimía las manchas y asperezas. Se requería que el animal fuese joven ya que así su piel sería por tanto más delgada y en consecuencia los pergaminos serían mas finos. La vitela era un pergamino muy fino y de calidad muy alta, solo hecho de piel de becerro, la cual se humedecía y sometida a un proceso con cal. A veces, por razones obvias, el animal se extraía del vientre de su madre para que la piel fuese aún más fina.
El aprendizaje era lento y mal pagado, no gozando de ninguna consideración social. El aspirante, aparte de la elaboración del pergamino, debía trazar las rayas y moler los colores. Se considera que eran necesarios unos siete años para su formación, estando el último dedicado, en parte, a la creación de una obra de arte, sometida a la evaluación del maestro artesano y de otros compañeros. Si pasaba la prueba, al aprendiz obtenía el titulo de copista independiente, teniendo derecho a instalarse por su cuenta a condición de alejarse del taller de su maestro para no hacerle la competencia. Como, según se ha dicho anteriormente, el trabajo de copista no estaba bien pagado, los laicos más dotados se hicieron religiosos, simplemente, para poder ejercer su arte lejos de toda preocupación material.
Para escribir se empleaban plumas de ganso, oca o cisne y para los trabajos de mayor precisión se empleaba las plumas de cuervo; en todos los casos, las de mejor calidad eran las cinco últimas plumas de la parte exterior del ala. Las plumas debían dejarse secar durante varios meses para que se endurecieran. Por último se afilaba la punta para poder escribir.
En cuanto a los pigmentos que se utilizaban para la obtención de los diferentes colores empleados en la escritura gótica y en general en la edad media, venían de plantas, piedras e insectos. El pigmento se mezclaba con clara o yema de huevo, azúcar o cera de oído, para hacerla más consistente y fuera permanente. La tinta negra venía del carbón; el blanco procedía de la cal, del plomo o de las cenizas de huesos de pájaros; el color azul era muy apreciado y se extraía de las semillas de la coopera, de la azurita y del lapislázuli, el verde se obtenía de la malaquita, el amarillo del azafrán, oropimente o de un sulfato de arsénico y la roja estaba formada con minio, bermellón o púrpura. La tinta roja solía emplearse en títulos o encabezamientos de capítulos y en advertencias y de aquí provino el nombre de rubricas (derivado del latín ruber= rojo). En los textos se utilizaban laminas de oro muy delgadas u oro en polvo, se adherían a la superficie con goma y después se retiraba la parte que no era deseada en el diseño. Las letras iniciales eran de color rojo o azul y se dejaban los huecos y margenes necesarios para que los miniaturistas hiciesen su trabajo.
Un copista tenia que adaptarse a todos los estilos de escritura y ser capaz de caligrafiar cualquier texto, pero eso no quiere decir, sin embargo, que esté libre de cometer errores. Por eso los talleres, contrataban los servicios de un corrector que indicaba, al margen, la falta y la corrección necesaria. Cuando esta no era muy grave, el copista raspaba el pergamino y a continuación escribía de nuevo en la superficie raspada. Si faltaba una palabra y no se podía insertar, la escribían en el margen y dibujaban un dedo que indicaba su lugar en el texto. Pero cuando se trataba de líneas o párrafos completos, paliaban esta omisión con trucos más o menos acertados: el texto olvidado se escribía a pie de pagina y corría a cargo del ilustrador encuadrarlo y meter figuras que parezcan subir de nuevo al lugar deseado.
Para realizar el libro miniado, las hojas se cosían y se pegaban a tablillas de madera, estas eran recubiertas de piel y en algunos casos se les colocaban bisagras que permitían la movilidad y así era más fácil cerrar el libro. Era frecuente que se abriera con una página de alfombra (llamada así por sus dibujos abstractos que recuerdan una alfombra oriental) o con un retrato imaginario del autor del libro o de su patrocinador. Los dibujos coloreados al inicio de la página se ponían debido a que carecían de indice estos libros y representaban el tema de ese texto. Eran dibujos sencillos, de gran expresividad y dramatismo. Carecen de perspectiva, colocando las figuras escalonadamente para que se vean todas. Los colores empleados eran fuertes y de gran intensidad. Los edificios no solían dibujarse enteros sino una parte de ellos que simbolizaba a todo el conjunto, no se da importancia al cuerpo humano, que suele taparse con voluminosos ropajes, pero sí se pone énfasis en los ojos, que se dibujan más grandes para producir mayor tensión espiritual a las figuras. Algunas veces, estas figuras se representan en la hoja del códice sin ningún fondo y sin enmarcar, pero lo más frecuente era dibujarlas sobre un paisaje idílico dividido en varias fajas de diferentes colores.
Podemos destacar obras de libros miniados como Las Horas de Turin, Las muy ricas Horas del Duque de Berry, Las Horas de Etienne Chevalier, el Salterio Luttrell y autores como Memling, Gerard Horembout, Coene, Foucquet o los hermanos Limbourg.
Con la reducción del tamaño de los libros, de folio a un octavo, también tuvieron que reducirse en la misma proporción el tamaño de las miniaturas, y aunque esto fue así, la calidad de los dibujos no disminuyó, sino todo lo contrario. Los colores se hacen más brillantes, los fondos se perfeccionan con temas arquitectónicos de la época, que en este caso es el gótico. En fin, que la iluminación de manuscritos pierde el papel secundario que tenía hasta entonces, pasando en la etapa gótica a un primer plano. El arte de la miniatura tuvo su apogeo con la confección de los Libros de Horas debido en parte a la rivalidad entre miniaturistas religiosos y laicos. Pero todo llega a su fin y el arte de la miniatura también lo tuvo y fue debido a dos razones importantes: los primeros indicios de una nueva ola cultural que iba a ser el Renacimiento, la cual introdujo un nuevo tipo de escritura que rechazaba las formas góticas, más redonda y menos estrecha, a la cual se la denominó escritura humanística, y la otra a la invención de la tipografía, un procedimiento de imprenta con caracteres móviles.
Para concluir este resumen de la escritura gótica comentar que durante toda la Edad Media, los monjes realizaron una enorme labor de copia e iluminación de libros antiguos escritos sobre todo en latín, árabe y hebreo. La necesidad natural de corregir o explicar los nombres anticuados cuyo sentido se ignoraba y sobre todo de poner al día los antiguos textos del Derecho Romano para que pudieran ser aplicados en el contexto del Sacro Imperio romano Germánico, se hizo necesario que alguien se encomendara a la tarea de aclarar su sentido para lograr su comprensión y posterior aplicación. A estas personas se las denominó glosadores y su trabajo consistía en analizar un texto, aclarando y explicando el significado de sus palabras o fragmentos, hasta llegar a hacer una interpretación general de éste. A cada anotación se le denominó glosa y al conjunto de glosas, glosario. Las anotaciones las hacían bien entre líneas (Glosa Interlineal), bien en los margenes de las hojas (Glosa Marginal). Estas anotaciones fueron realizadas en España, en latín vulgar, romance y euskera medieval. En materia bíblica se pueden considerar tres clases de glosas, según esten puestas en los textos hebreo, griego y latín. Las que hay en el texto hebreo datan de una época muy remota. Es muy difícil, por no decir imposible definir hoy con certeza lo que es verdaderamente glosa en el original, aunque algunas explicaciones tienen la apariencia de tales. Referente al texto griego (los Setenta), la existencia de glosas es un hecho certísimo, confirmado mediante la confirmación de esta versión con el texto original. Respecto al texto en latín (Vulgata), tanto san Jerónimo, como sus glosadores intercalaron en la versión latina algunas notas explicativas, cuya presencia se demuestra fácilmente. Las glosas más importantes de la España medieval son las Silenses y las Emilianenses.
Terminología empleada en las diferentes partes de un folio en un libro medieval.
1 y 2 Verso / Recto: En los manuscritos medievales no se cuentan por paginas correlativas (paginación), sino por hojas. Cada hoja (folium) tiene dos caras. El recto o cara anterior (2) está a la derecha; el verso o cara posterior (1), a la izquierda. El formato de la pagina se da en alto por ancho.
3 Orla: (ilustración de los margenes) con marco (entre miniatura / texto y orla) así como intercalados figurativos. Si estos representan figuras estrambóticas o seres fabulosos, se habla de grotescos.
4 Capitular historiada: Una capitular que se completa con una representación en miniatura de personas aisladas o de una escena completa.
5 Bas-de page (pie de página): Campo con imagenes en la parte inferior de la justificación o debajo de ésta, ilustrado con pequeñas escenas o grutescos.
6 Miniatura: En este caso de la misma anchura que la justificación.
7 Capitular: Primera letra de un parrafo que destaca por el tipo o el tamaño de escritura y por las ornamentaciones. Antes del gótico, a veces ocupaba también toda una pagina.
8 Capitular floreada: Ornamentación dibujada a mano y realizada sobre todo en rojo y azul (por ejemplo pampanos de hojas y flores) para decorar las iniciales.
9 Escritura o justificación: Superficie que alinea el texto.
10 Relleno de línea: Hecho con ornamentos en colores.
Voy a tocar, un poco por encima, el tema de la lengua gótica. Realmente no tiene nada que ver, ni con la arquitectura gótica ni con la época en que se desarrolló; aunque si es cierto que esta lengua la hablaron unos pueblos que según la tradición, varios siglos después, dieron nombre a este estilo.
El gótico es una lengua germánica que hablaban los godos. Esta antigua lengua, hoy totalmente desaparecida, es conocida únicamente por los fragmentos de la traducción de la Biblia hecha por el obispo Ulfilas (311-381) para convertir y evangelizar a los godos que habitaban las riberas del río Danubio. Ulfilas, queriendo traducir la Sagrada Escritura en su lengua materna, inventó el alfabeto gótico, proveniente del griego uncial, pero con rasgos latinos y rúnicos. Este trabajo lo realizó sobre el año 369, y para ello tuvo razones de orden practico: la falta de sacerdotes o lectores que supiesen el griego y pudiesen traducir el texto griego de la Sagrada Escritura, por una parte, y por otra, el gran numero de iglesias existentes entre los godos, le decidieron a hacer una traducción escrita destinada al servicio litúrgico. No tradujo, sin embargo, los cuatro Libros de los Reyes, a fin de no excitar el espíritu bélico de los godos, con la lectura de los relatos de batallas y victorias. La traducción de estos libros no existía aun hacia mediados del siglo V. Tampoco se sabe fijo si Ulfilas tradujo por si mismo todo el texto de la Biblia, inclinándose los especialistas modernos a no atribuirle personalmente más que la traducción de los Evangelios, creyendo que, en cuanto a los otros libros del Nuevo y Antiguo Testamento fueron traducidos en gótico después de él. Se sabe actualmente que el gótico era hablado no solo por los ostrogodos y por los visigodos, sino también por los vándalos y los gépidas.
En los siglos IV y V la lengua gótica se extendió por gran parte de Europa y por la costa septentrional de África. Desapareció, sin embargo, con una sorprendente rapidez, debido principalmente al declive del pueblo godo, aunque según Walafridus Strabo el gótico era hablado en el siglo IX en algunas parroquias del Bajo Danubio.
Los manuscritos más antiguos que contienen copias de la Biblia de Ulfila datan del siglo VI y fueron hallados en el norte de Italia (Códices Ambrosiani). Además de esta copia tenemos en Uppsala el Codex Argenteus, escrito en letras doradas y plateadas (188 hojas de las 330 originales). Además de las copias de los manuscritos de la Biblia, tenemos otros textos como el Skeireins, un comentario de 8 hojas del Evangelio de san Juan. También existen algunos pocos textos de tema no bíblico que incluyen un fragmento de un calendario, dos actas que contienen frases en gótico, y un manuscrito del siglo X que contiene una copia del alfabeto gótico y unas pocas palabras en transliteración latina.
Para centralizar mejor los enlaces repartidos por la Web sobre los Libros Miniados y álbumes, los pongo aquí todos juntos para acceder a ellos mas fácilmente. Se muestran algunas miniaturas de los Libros de Horas del duque de Berry y de Etienne Chevalier, así como el álbum de Villard d´Honnecourt, algunas imágenes de las Cantigas de Santa María y la descripción e imágenes del Tapiz de Bayeux.
www.catedralesgoticas.es