Principios basicos de alquimia

Con el nombre de alquimia se designan las doctrinas y practicas de los antiguos químicos que precedieron a la formación de la química moderna. La alquimia en rigor no es una ciencia ni un arte: es un conjunto de teorías incoherentes y sin base científica la mayoría de las veces, muy filosóficas e impregnadas de misticismo ocultista casi siempre apoyadas en experimentos y fenómenos naturales que constituían su base experimental, traducida por un conjunto de reglas envueltas en símbolos cabalísticos. La alquimia pretendía también enriquecer a sus adeptos, enseñándoles a fabricar el oro y la plata por medio de la piedra filosofal y ponerlos en posesión de un remedio, la panacea, que curara todas las enfermedades.
El origen del nombre de alquimia no es otro que el de la química, al que antepusieron los árabes el articulo al. Algunos autores, como Champollion lo hacen derivar de Cheme, nombre egipcio, que significa tierra negra y que los hebreos traducían por tierra de Cham. El origen filosófico de la alquimia es muy oscuro. Sin poder precisar su procedencia, aparece bruscamente a la caída del Imperio romano, desarrollándose durante la Edad Media, rodeado de símbolos y misterios, en el estado de doctrina oculta, muchas veces cruelmente perseguidas, cultivándola sabios y filósofos al lado de charlatanes y visionarios. El origen de la alquimia debe buscarse en las teorías especulativas de los filósofos griegos y en los sueños misticos de los alejandrinos.
El conocimiento de las virtudes de las plantas, así como la magia de la astrologia, las confundió Tertuliano con el arte de los metales, envolviendoles en una misma maldición que había de durar toda la Edad Media. Los papiros de Leiden, que se encontraron en Tebas, en la tumba de un sacerdote egipcio, contienen también recetas de alquimia, asociadas a un ritual mágico. Los textos relativos al huevo filosófico, denominado también la piedra de Egipto, y al dragón que se muerde la cola, ambos emblemas del universo y de la alquimia, contienen una nomenclatura simbólica, empleada por los iniciados. Todas estas tradiciones de la alquimia en Egipto se refieren en su origen a Hermes Trismegisto, a quien se atribuyó la invención de las ciencias y de las artes de este país. Hasta nosotros han llegado textos que llevan el nombre de Corpus hermeticus, tradicionalmente atribuidos a Hermes; el documento más conocido de este Corpus es la Tabla Esmeralda, que está considerado como una colección de reglas para los alquimistas. El origen caldeo de la alquimia está enlazado con la industria de este pueblo, relativa a la fabricación de vidrios y metales, a la tintura de telas y al temple del acero, cuya perfección atestiguan las ruinas de esta antigua civilización. Estos conocimientos, comunes a los fenicios y a las poblaciones sirias, se han conservado por tradición hasta los árabes y los persas modernos, y durante la Edad Media fueron muchos de ellos introducidos en Europa por los cruzados. Las ideas misticas y astrológicas de origen babilónico, muy en boga entre los alquimistas, trajeron el concepto de que el universo, o macrocosmos, tiene su perfecta imagen en el hombre, o microcosmos, en el cual se encuentran todas las partes esenciales de aquel, comprendidos los signos del zodiaco.
La influencia de las ideas gnósticas es trascendental en el origen de la alquimia. Los primeros alquimistas, como Zósimo, Olimpiodoro y Sinesio, abundan en estas ideas, adoptando su peculiar lenguaje. Como ya he indicado, el dragón que se muerde la cola, denominado ouroboros, es el símbolo de la Gran Obra que no tiene principio ni fin. Se le ve figurado en varios manuscritos, con dibujos de colores hechos con círculos concéntricos de colores diferentes, acompañados de fórmulas consagradas, tales como La naturaleza se complace en la naturaleza; el dragón tiene tres orejas, que representan los tres vapores sublimes, estando representados los cuatro metales fundamentales por los cuatro pies. Este símbolo era adorado en Hierópolis por los naassenianos, secta gnóstica, y los ofitas, rama importante del gnostismo. La intervención de las mujeres en la alquimia, como María la Judía, Teosebia, Cleopatra y otras, velan también desde su origen una afinidad secreta entre la alquimia que perseguía el conocimiento de las propiedades ocultas de la naturaleza, representándolas por símbolos de doble sentido, y el gnostismo, que se ocultaba en la interpretación de las teorías religiosas y filosóficas, disimuladas bajo el velo de símbolos y de alegorías.

Historia de la alquimia

Los nombres de los primeros alquimistas en Egipto se refieren a personajes mitológicos como Hermes, Isis y Agasthodemon. Hermes o Toth era el dios de las ciencias y las artes de los egipcios, el cual escribió sobre magia, astrologia y química, conociendose aun en la Edad Media esta ultima con el nombre de arte hermética. Lo único que hay de cierto, es que la alquimia fue cultivada en Egipto, como ciencia oculta, durante muchos siglos por la casta sacerdotal. El filosofo griego Demócrito de Aldece, que murió en el año 357 antes de la era cristiana, fue uno de los escritores que ha ejercido mayor autoridad entre los adeptos de la alquimia; escribió antes que Aristóteles sobre todas las ramas de las ciencias naturales, y es el fundador de la escuela atomística, que más tarde fue desarrollada por Epicuro. Plinio dice que Demócrito fue el fundador de la magia, que fue iniciado en la alquimia por los sacerdotes egipcios y por Ostanés el Mago. En la epoca romana, el autor de un poema de astrologia, llamado Manihus, nos habla del arte de doblar el peso del oro y de la plata por medio del fuego.
El nombre de alquimia es usado por primera vez en un tratado de astrología de Julio Firmico, escritor del siglo IV de nuestra era, y el primero que se llamó alquimista fue un charlatán, Juan Isthmeos, a quien el emperador Anastasio mandó encerrar en un castillo el año 504. Durante los siglos III y IV de nuestra era, el escritor alquimista más notable es Zósimo, siendo una autoridad para todos los alquimistas que le sucedieron, pues citan con gran respeto sus obras, inspirándose en muchas de sus teorías. Otro alquimista importante del siglo IV fue Sinesio, obispo de Tolemaida, personaje original a quien se atribuye la obra Physica et Mystica, dedicada a Dioscoro, gran sacerdote de Serapis en Alejandría, en la que expone las ideas de Platón sobre la materia prima. El ultimo de los comendadores de Demócrito es Estéfano, que fue un alquimista, médico y astrólogo contemporáneo de Heraclio, llegando de este modo al siglo VIII, en el que el estudio de la alquimia pasa a monos de los árabes.

El alquimista en las catedrales góticas

Las edificaciones góticas en Francia suponen todo un enigma. En apenas 200 años se construyeron más de 100 grandes iglesias y catedrales. Francia tenía por entonces unos 15 millones de habitantes. Las catedrales no son construcciones que permitan fallos en su diseño, tienen que ser realizadas por especialistas: picapedreros, escultores, carpinteros, albañiles, etc. Una catedral no se construye sólo con el entusiasmo religioso. Era necesaria una logística inventiva y un elevado saber técnico. Estas construcciones no hubieran sido posibles si la preocupación por el pan diario hubiera exigido toda la fuerza de trabajo de los hombres. Las construcciones que finalmente vemos, no concuerdan con la imagen de una Edad Media oscura. Se considera que, al menos en Francia, la financiación del arte gótico tuvo lugar mediante la orden de los Templarios, que no solo administraba productos agrícolas sino que también debió haber obtenido plata de América.
Las iglesias góticas estaban pintadas de color. En la iglesia de Santa Isabel en Marburg (Alemania), uno de los más importantes centros de peregrinación de la Edad Media, todo el edificio estaba cubierto por un reboque rojo. La tracería de las ventanas era amarilla, alternada con líneas de juntas blanca y los sillares de juntas también blancos. Estos son los colores de la Gran Obra, a los que solo falta el negro. ha estudiado la relación del arte gótico y la alquimia. Les mystère des cathédrales es una de las obras más singulares de la alquimia del siglo pasado. Fulcanelli da una gran importancia al concepto gótico. Identificó una serie de bajorelieves de inspiración alquímica en las catedrales de Notre-Dame de París, Amiens y Bourges, en las que había una piedra esculpida en forma de diablo, llamada Maître Pietro del Cantone: en su enorme boca, los fieles apagaban sus velas. Esta figura representaba la materia inicial de la Obra y, al mismo tiempo, el símbolo de la piedra filosofal, llamada también angular o clave de arco. Aquí, la alquimia se une realmente a la arquitectura. Como se ha mencionado en la página de inicio, la palabra gótico significa originalmente algo así como bárbaro, era una referencia peyorativa para el arte de la baja Edad Media. Esta teoría de los barbaros ha pasado básicamente a través de Vasari (1511-1574) a la literatura artística. Pero ¿es realmente la única teoría de la procedencia de la palabra gótico?, o hay alguna otra hipótesis.
En la lengua celta, Ar Goat significa terreno boscoso. Charpentier indica que la nave de una catedral gótica recuerda a un camino forestal y que para la construcción de las catedrales, así como de los andamios necesarios, eran imprescindibles los árboles de los bosques. También en Charpentier aparece otra posible explicación, según la cual "gótico" procede de goeteia, palabra griega que significa magia, a causa de la compleja técnica constructiva del arte gótico. Tampoco hay que olvidar que los constructores mantenían en secreto su saber, con lo que se extendió la idea de que en estos difíciles proyectos constructivos estaba presente la magia. Si se parte de que los godos tal vez no eran tan bárbaros como se les consideró en épocas un poco posteriores, aparecería la posibilidad de que lo "gótico" tiene realmente relación con los godos. En realidad estos pueblos eras sumamente cultos y más sabiendo que la palabra visigodos significa godos cultos y ostrogodos, godos brillantes.
Antiguamente se utilizaban en el servicio religioso barcos volcados hacia abajo y en cuyo interior se reunía la comunidad para la devoción. De ahí pudo haber surgido la forma del arco ojival gótico, pues la mayoría de los obispos de las primeras iglesias góticas eran de procedencia escandinava o normanda. Fulcanelli, que consideraba a los godos como una de las hordas bárbaras de las invasiones, consideraba que "gótico" procede de argot. Argot no es solo el lenguaje de los pícaros sino que como argot puede designarse cualquier lenguaje especializado, así como también cualquier tipo de expresión que sólo puede entender un determinado grupo profesional. Según Fulcanalli,el gótico no es "l´art gothique" sino l´argotique, el arte de aquellos que hablan una lengua secreta, un lenguaje técnico profesional. Esta lengua secreta es la lengua verde, la lengua de los pajaros, de ahí que establezca una relación del gótico con los argonautas, cuyo barco se llamaba Argos, por lo que, según la cabalá, los argonautas, toman el nombre de l´art got, el arte de la luz o del espíritu.
Venga de donde venga el nombre, las catedrales góticas son consideradas como los libros de piedra de la alquimia. La disposición de una catedral corresponde a una cruz, la cruz en la que murió Cristo. Esta cruz está hecha siguiendo medidas humanas, pues Cristo es Dios y hombre. Pero la cruz también remite a los cuatro elementos. Ya fue utilizada en la disposición de sus ciudades por los etruscos, para los cuales era la cruz del mundo, orientada según los cuatro puntos cardinales. Y así todas las iglesias cristianas siguen todavía orientadas según los puntos cardinales.
A los pies de la catedral en la nave central solía colocarse un laberinto. También podía situarse en otro sitio, algunas veces incluso estaba pintado en la pared. La catedral de Amiens llegó a tener tres. El laberinto, que el creyente tenia que recorrer de rodillas, representa simbólicamente peregrinaje a Jerusalén y recordaba que, a pesar de todos los dolores e inseguridades de la existencia, al final solo se podía alcanzar la salvación si tenía fe. En el laberinto de Chartres, que todavía se conserva, este camino se puede realizar perfectamente. En los antiguos ritos de iniciación se atravesaba un laberinto cantado y bailado. Por eso resulta incomprensible que la autoridad eclesiástica destruyera en 1779 el laberinto de la catedral de Reims, aduciendo que el obispo se sentía molesto por los niños que lo utilizaban para jugar según la manera antes descrita. Fulcanelli se refiere especialmente al significado alquímico de un laberinto de la catedral de Amiens. En su punto central se podía ver una gran baldosa en la que había incrustado un palo de oro y un semicírculo del mismo metal, representando la salida del sol. Esto lo interpretó como la aparición del oro filosófico.
En la segunda galería de Notre-Dame de París se puede ver la figura en piedra de un viejo hombre que, según Fulcanelli, es el alquimista de Notre-Dame. Lleva un gorro frigio, un distintivo del adepto, posiblemente un símbolo lunar, por el nacimiento y la muerte que muestra la Luna en sus fases. Este gorro era el elemento con el que el gremio de los iniciados se cubrían la cabeza, y fue adoptado por los masones, albañiles de las catedrales góticas. En la portada principal se puede ver una serie de doce bajorrelieves. Según la interpretación habitual, estas imágenes representan las virtudes y los vicios. Pero Van Lennep cree que algunos de los relieves no habría que interpretarlos así. Uno de ellos es el que muestra a un alquimista con el símbolo del fuego junto al hornillo de atanor (horno alquímico).
París está considerada la capital de la alquimia, al fin y al cabo el nombre de la ciudad puede haber derivado de Isis. En todo caso, el monje Abbon, que en el siglo X relató el asedio de la ciudad por los normandos, escribe que el nombre de París significa ciudad de Isis. Naturalmente, fuera de Francia también hubo obras de arte y edificios susceptibles de interpretaciones alquímicas. Paracelso califica como hermético un monumento que se encuentra en la cartuja de Nuremberg, la catedral de Trogir, en Dalmacia, se decoró con imágenes alquímicas. Ripley menciona la abadía de Westminster, etc.

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